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Será nuestro secreto

Será nuestro secreto

Será nuestro secreto

Inici » Arxius de 23/02/2023

Aquest mes llegim:

Será nuestro secreto (Editorial al revés)

Amb presència de l’autora:

Empar Fernández

Per què hem triat aquest llibre?

  • Perquè l’Empar Fernández és una autora que ens interessa per com aborda les trames de les seves novel.les, tant quan s’acosta a elles des de la mirada d’una autora de novel.la negra, com quan ho fa des del rigor de la novel.la històrica.
  • Perquè cada any intentem incorporar a les lectures una novel.la de les anomenades “negres” que no es limiten a una història de lladres i serenos sinó que, com fa la bona novel.la del gènere, ens enfronti a alguns dels problemes de la societat que vivim. I aquesta novel.la ho fa.
  • Perquè per sota d’una aparent senzillesa, l’autora ha creat una obra que no defuig la complexitat en la creació de la trama i dels personatges.
  • Perquè és una novel.la amb molts fils per estirar més enllà de la resolució del conflicte que planteja.

 

Un tastet....

Un tastet…

NOA

Ya no queda nadie en la sala de actos cuando Noa la abandona con el violín en su funda y las partituras bajo el brazo. Muchos de los asistentes han querido felicitarla personalmente, le han estrechado la mano y en un gesto de cariño le han revuelto el cabello negro y tan lacio que ha regresado de inmediato a su lugar. Por eso, y porque no encontraba su abrigo por ninguna parte, ha tardado tanto en poder salir. La profesora la espera en el vestíbulo para apagar las luces y cerrar las puertas de la sala mientras Noa dobla las partituras y las guarda en el abrigo rojo del uniforme escolar.

—Hasta el lunes. Y muchas felicidades. Has tocado muy bien. Has nacido para tocar a Mozart. Sabía que no me equivocaba al asignarte la sonata 21. Lo sabía —añade felicitándose a sí misma.

A pesar de que los aplausos han sido generosos y de que está satisfecha de su interpretación, las palabras de la profesora no le arrancan una sonrisa. Para desconcierto de cuantos la conocen Noa apenas exterioriza nada. Solo en algunas ocasiones, cuando está con sus amigas y lejos de los adultos, deja entrever alguna emoción. Nada estridente. Una sonrisa compartida o un leve gesto de indignación o de enfado. Eso es todo. Raramente una risa despreocupada. Tiene un control absoluto. Su rostro, redondeado y pálido como el pan sin hornear, es el de una adolescente impasible. Sus ojos rasgados, dos grandes ojales abiertos en un cutis perfecto, no permiten comprender cómo se siente.

—Gracias. Hasta el lunes —responde a media voz con la mirada baja y el negro flequillo acariciándole la frente.

Los últimos coches desfilan ya en dirección a la Diagonal cuando sale al exterior. Noa observa la larga hilera de luces traseras encendidas. Hace horas que ha anochecido sobre Barcelona y una brisa helada sube desde el mar hasta las estribaciones de Collserola. Un escalofrío recorre la espalda de Noa como si una lagartija diminuta la cruzara de parte a parte. Hunde la cabeza entre los hombros y parece más pequeña y mucho más frágil de lo que es.

La profesora la saluda con la mano antes de cerrar la verja que impide el acceso al centro y situarse al volante escapando así al relente del anochecer.

Noa comprueba el móvil. El mensaje de mamá le aconseja que regrese con Vivi. Raúl, su hermano, tiene unas décimas y no se moverán de casa. No podrá ir a buscarla.

Lo siento, cariño. No voy a sacarlo de casa con fiebre.

Te quiero.

Pero Vivi, Viviana Alarcón, la primera en la lista de clase, no toca ningún instrumento, detesta las clases de música, no ha participado en el concierto y, desde luego, tampoco ha asistido como público. Difícilmente podrá llevarla a casa. Se lo ha dicho mil veces, pero hay detalles que su madre no consigue recordar. Asegura que tiene demasiadas cosas en la cabeza y Noa quiere creer que es verdad, pero siempre recuerda todo lo que concierne a Raúl.

Tampoco puede regresar con Chantal que ha cantado una de las primeras piezas. En el coche de su amiga, uno de los últimos en arrancar, no cabía una aguja. Padres y hermanos han asistido al concierto y ocupaban todas las plazas. En otras circunstancias los padres de Chantal la habrían acompañado hasta casa, pero Noa no se ha atrevido ni a acercarse. Desde la distancia su mejor amiga la ha mirado, ha sonreído, ha aplaudido sin ruido y, frunciendo los labios, le ha enviado un beso. Ha sido su manera de despedirse antes de ocupar uno de los asientos traseros y desaparecer camino de su casa.

Noa no tiene más amigas.

En el exterior del centro no queda casi nadie. Ni Gabriel, el conserje, que vive en una casa anexa al polideportivo. Nadie.

La noche es desapacible, hace frío y no tardará en llover. Padres, alumnos y profesores desaparecen sin perder tiempo.

A Noa le duele que su madre no haya previsto que se encontraría sola. Siente rabia, está enfadada y dolida y piensa en cómo hacerle saber que está muy disgustada. Apenas responderá cuando al llegar a casa Aitana quiera saber cómo ha ido el concierto, quizás incluso se niegue a cenar. Eso estaría bien. Desde luego no le explicará que todos la han felicitado y que su tutora la ha abrazado emocionada. Se encerrará en su habitación y no responderá cuando le pida que abra. Eso le dolerá, está segura. Chantal lo hace a menudo, pasa horas sin hablar con nadie. Su madre siempre acaba por disculparse.

Noa echa a andar estrechando la funda del violín contra su pecho. Ha de caminar hasta alcanzar la Diagonal, localizar en la gran avenida la parada de autobús y esperar que llegue el que le conviene. Podría pedir un taxi, pero solo lleva cinco euros y sabe que cuestan una pasta. Además, quizás a mamá no le parezca bien. Sabe que no quiere que se comporte como una cría consentida. Aitana no siempre está de buen humor y a veces Noa no sabe qué pensar. Cuando Raúl está enfermo su madre pierde el mundo de vista, se transforma. Si se trata de Raúl el resto del mundo deja de importar.

Si Víctor Renom, su padre, no estuviera de viaje en el sur de Francia, la habría venido a esperar, le habría estampado un par de besos y ahora estarían ya llegando a casa. Quizás incluso habría asistido al concierto y seguro que la habría felicitado. Él se declara un inútil y admira su facilidad para tocar un instrumento, se lo ha dicho más de mil veces. Muchas más. A Noa le encanta oírlo.

En la pendiente que la acerca a la ciudad la acera es ancha y las farolas están muy distanciadas y Noa Renom, que viste todavía el uniforme gris y rojo del Saint Michael’s School y carga con el violín, camina tan deprisa como puede. Una silueta diminuta en mitad de la nada. Alguna vez ha bajado la misma cuesta de la mano de Chantal, ambas con los brazos extendidos como si fueran a despegar en cualquier momento. Siempre ha sido divertido. Ahora aprovecha el desnivel para coger velocidad.

Unas gotas grandes como monedas antiguas se estrellan contra la acera y retumban en la funda del violín. Son pocas, pero suenan como pisadas a su alrededor. Una de ellas se desliza frente abajo hasta su nariz. Quisiera retirarla, pero no puede detenerse. No a oscuras y a solas. Se estremece y aprieta el paso. Corre casi sin tocar el suelo, como si volara. No hace el menor ruido. Es menuda y ágil y avanza muy deprisa. Desde que era pequeña Víctor la llama «su ratita» porque es rápida y silenciosa. Siguió haciéndolo cuando comprobó que la niña llegada de muy lejos sumaba años, pero apenas crecía, cuando constató que habiendo alcanzado la pubertad Noa continuaba pareciendo una criatura de corta edad y que siempre se movía con cautela.

Lo hace con cariño, pero ella preferiría algo más poético, algo relacionado con flores, mariposas o deslumbrantes estrellas que cuelgan del cielo. Aun así, adora que Víctor la llame «su ratita».

Nadie camina delante de Noa, tampoco se cruza con nadie. Solo un par de coches la adelantan sin detenerse. No queda ni un alma en las proximidades. Está completamente sola en unas calles en pendiente en las que no hay ni cafeterías, ni tiendas ni restaurantes. Por no haber no hay ni edificios de viviendas, solo algunas casas muy alejadas unas de otras y cercadas como pequeñas fortalezas. Calles desiertas de zona alta. Por no haber apenas hay luz que ayude a caminar.

 

Data:

30 de  març de 2023
de 18:00 a 20:00 hores

Idioma:

Català

Lloc:

UNED Barcelona
Av. Rio de Janeiro, 56-58
08016 – Barcelona

Coordina l’activitat:

Glòria López Forcén

Espai on es realitza:

Aules 6 – 7

Aquesta activitat (gratuïta) requereix inscripció prèvia:

Inscriu-te

Més informació al Centre:

UNED Barcelona
Av. Rio de Janeiro, 56-58
08016 Barcelona
93 396 80 59
activitats@barcelona.uned.es