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Madres e hijos 

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Este  mes leemos:

Madres e hijos  (Galaxia Gutemberg)

Del autor:

Theodor Kallifatides

¿Por qué hemos elegido este libro?

• Porque Theodor Kallifatides ha sido una de los mejores descubrimientos literarios de los últimos años. A pesar de su largo recorrido literario, solo ahora empezamos a conocerlo
• Porque su manera de enfrentarse a la historia en general y a su historia pequeña y íntima nos ha cautivado, en este libro especialmente, pero también en otros como “Otra vida todavía” o “El pasado no era un sueño”.
• Porque nos enfrenta a unos hechos del pasado que, aun así, todavía nos interpelan cómo es el tema de los refugiados, de la inmigración, del desarraigo, del arraigo en un lugar diferente.
• Porque a pesar de no ser, exactamente, una novela se lee con la fruición y la emoción de una historia de ficción.
• Porque, en el fondo, Kallifatides, explica muchas cosas de nuestra vida y nuestra manera de entender las relaciones personales y familiares.

Una cata, para que nos vengan más ganas de leer…

Inicio de trayecto

 Cuando era pequeño, estaba convencido que me moriría antes que la madre, según el principio que el árbol sobrevive al fruto.

Con el tiempo entendí la sucesión correcta, o al menos natural, de las cosas, cuando me topé con otro problema: ¿cómo sería capaz de darle un disgusto tan grande como mi muerte?

Esta reflexión me hizo atento y sensato. Mis juegos nunca habían estado particularmente osados, normalmente intentaba quedarme cerca suyo, una cosa que a menudo me recuerda cuando le telefoneo los sábados.

Ella vive en Atenas. Yo, en Estocolmo, desde hace unos cuarenta y tres años.

Estas llamadas telefónicas son una tradición entre nosotros. El mejor es hacerlas por la mañana, cuando se acaba de levantar y está sentada, tomando el café. Es así como coge la taza, apoyándola sobre el estómago. Bebe el café a tragos pequeños, muy pequeños, por miedo que sea amargo. El mínimo son tres cucharadas de azúcar.

—Hola, mama, soy yo —⁠le digo, cuando levanta el auricular. Si está de buen humor, me contesta con alguna rima. Si no está de buen humor, se pone.

—Vaya por Dios, es mi hijo pequeño, que está en el extranjero, y ahora llama a la mama, que es una vieja xaruga.

Alguien quizás dirá que siempre es la misma cantilena, pero no lo es. A sus noventa y dos años, todavía tiene la capacidad de jugar con las palabras. Inmediatamente suelta su agravio.

—Tú, que aún no te me habías desenganchado de las faldas, y tan lejos que te fuiste.

No me acusa, pero no lo puede entender. Ni yo tampoco lo he entendido. Marché de mi patria, pero, ¿que quería dejar exactamente detrás de mi?

Esto ya no lo discutimos más. Las cosas son cómo son. La madre lo sabe. Siempre lo ha sabido. No lo tiene al muelle del hueso, esto. Al muelle del hueso tiene el estoicismo heredado, el talento de fijarse en las pequeñas alegrías que aligeran las grandes penas. La taza caliente de café que descansa sobre su estómago es una bomba atómica de alivio, sobre todo con cuatro culleradetes de azúcar.

En pocas palabras, como que los dos sabemos que las cosas son así, hablamos otros temas.

Este año he hecho sesenta y ocho años y la madre, noventa y dos.

«No soy el desencadenante principal de la Gran Guerra, pero nací el año en que empezó», dice de vez en cuando, con aquella suya distanciación irónica que evita que las sensaciones la dominen.

Hemos envejecido los dos y ya es hora de hacer el que siempre he querido hacer: escribir sobre ella.

No quería hacerlo en vida suya. Aun así, ahora me parece que no tengo jefe más remedio. La muerte se nos atansa, a la uno y a la otra. Qué de las dos muertes hará la zancada más larga, no tengo ninguna manera de saberlo.

Dedo de otro modo, estoy obligado a escribir sobre la madre en este momento, teniendo en cuenta que es posible que ella lo lea. Probablemente saldrá un texto muy diferente. En este momento, no sé paso qué tipo de texto será.

Cuando el padre murió, escribí un libro. En el ninguno de unos cuántos años, cuando trasladamos la sepultura, escribí otro.

Fue difícil, pero no tanto como ahora. El padre se había ido. Su vida se había acabado. Su libro ya estaba escrito, por así decirlo.

En cambio, la madre vive. Y de qué manera!

Una vez más, me preparo para bajar hacia Atenas. Esta vez me llevaré la libreta de notas. He preparado unas cuántas preguntas que le tendré que hacer. Esto me neguiteja y no me gusta nada. No quiero utilizar la madre como si fuera un material. El hijo que hay adentro mío quiere estar con ella como antes, con aquella agradable carencia de objetivos. Sentar al balcón, escuchar como refunfuña sobre el gobierno, o porque la vida es muy cara, o que me lea el poso de la taza.

El escritor que llevo adentro quiere otra cosa. Poner por escrito cada movimiento, cada conversación que tiene. Cómo me afectará, esto? Cómo lo afectará a ella cuando comprenda que lo estoy investigando?

Fecha:

27 de octubre de 2022
de 18:00 a 19:00 horas

Idioma:

Catalán

Lugar:

UNED Barcelona
Av. Rio de Janeiro, 56-58
08016 – Barcelona

Coordina la actividad:

Glòria López Forcén

Lugar donde se realiza:

Aules 6

Esta actividad (gratuta) requiere inscripción previa:

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Más información en el Centro:

UNED Barcelona
Av. Rio de Janeiro, 56-58
08016 Barcelona
93 396 80 59
activitats@barcelona.uned.es